miércoles, 26 de octubre de 2011

Del ego relativo

A veces mi ego es tan elevado
que le doy la espalda al espejo
para que mi reflejo
no pueda verme a los ojos.

Al menos eso es lo
que mi orgullo y ego
me obligan a pensar,
los absolutos existen.

No más que un estado pasajero,
la vida me abofetea constantemente
la mayoría de las veces
soy yo mismo
y la imagen de otros imaginarios
que solo existen, en su propia egolatría.

Desearía que los absolutos
existieran, absoluta e irrefutablemente
y así no temblar por el devenir
pero...

-Todo es relativo-

Lo relativo es lo más cercano a lo absoluto
precisamente este absurdo
es lo que me reconforta,
el poder errar.

Aunque sea atrapado en una paradoja
el errar nos hace fuertes.
Agregando la certeza del morir
esa de eruditamente cruzar ríos
o vulgarmente de patear baldes.

No con menos importancia
tener rostros perdidos en la neblina,
sin nombres, con falsos,
el montoncito de huesos en el panteón,
carne en la calle o ideas en el vacío.

Ahí se encuentra,
bulliciosa en su silencio
asechando, para una nueva conquista
efímera.

Espera,
siempre espera
el fuego en sus ojos
quemaría la capital
si no se hubiera ahogado en su olvido.

Espera,
siempre espera
el llamado, el deseo de existir
aunque absurdo mueve guerras en los vacíos.

Mi ego
y tal vez el de todos
Desea cazarnos
o tan solo a mí
y verme caer.

Su ego,
-Sí, el ego del propio ego-
Desea que yo exista
solo para ella,
regocijándose
en su existencia
y en mi existir de esclavo para
su ególatra deseo de ser.

-Estocada-

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